jueves, 5 de febrero de 2009

Cuento de Invierno

Dicen...

Dicen que mañana va a nevar, que se esperan diez centímetros de nieve en toda la Comunidad, que la tierra media va a quedar sepultada por miles de copos venidos de todas las partes de la atmósfera...

Dicen...

Hay un muñeco de nieve instalado en una nube dirección oeste, localizó allí su espacio por el gusto de ver películas de Sergio Leone. Vive en un sinvivir porque un día el Señor del Tiempo le prometió que caería en tierra firme y podría ser admirado al lado de la escultura de un poeta en una céntrica plaza, recubriéndole de blanco en toda su extensión, tan grande era.

Dicen que la caída está próxima, aunque el muñeco de nieve no se fía porque lleva ya unos cuantos pronósticos fallidos y los copos que lo forman se están organizando en reinos de taifas en los que prima la anarquía. Unos dicen que quieren volver a su nube y otros que seguirán sí o sí en el cuerpo del muñeco hasta caer al lado del poeta en la plaza.

Ha entrado la noche cerrada en el cielo y hay copos que se han desprendido del cuerpo del muñeco. Van a reuniones clandestinas en otras nubes para decidir si siguen confiando en la (ya) triste figura, por la espera, del que quiere tirarse de la nube y plantarse en la tierra para luego morir con el sol...

Otros siguen pegados en cara, brazos o rodillas esperando a que el Señor del Tiempo les de permiso para cambiar de estado y se cumpla su función. La inquietud les mata y, los afines, se dedican a hablar entre ellos sobre qué pasará cuando se conviertan en agua por efecto del sol.

A las doce y cinco, la máxima autoridad atmosférica decide que la espera del muñeco ha terminado y todos los copos se reunen en la cantina de la Estación Termini (que ahora se llama Juan Pablo II...por algo están en el cielo) para decidir si terminarán en los ojos, el pecho o las piernas del muñeco (cosas del reparto)

Los hay que se reprimen, a última hora, y se retiran como un ejército asustado...el resto se adosa a la figura sin pensarlo y emprenden el último viaje feliz de sus cortas vidas...

Sin duda, para estos últimos no existe la rutina...




Besos y Abrazos

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja.. que cruellllllllllllll..

A mi la rutina tiene un componente que me gusta.. yo es que soy un torbellino y necesito saber que habrá pequeñas cosas que siempre puedo tener en su sitio cuando todo lo demás está patas arriba..

un besitooooooooo

lavacamejor dijo...

Al fin y al cabo, todo es agua.

sinfonía agridulce dijo...

taña, pequeña, creo q la vida (en general y en particular) en un momento dado de rutina pone patas abajo lo que iba cuesta arriba y viceversa. mi rutina es la sorpresa, con lo cual a veces parezco una tarta de cumpleaños con las velas siempre encendidas..

lavacamejor, todo es agua si...bueno, no sé...yo soy pez (a veces voy por la calle como si tuviera una pecera metida en la cabeza y eso me hace afirmarme en mi condición anfibia ;)

besos variados

sinfonía agridulce dijo...
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