jueves, 29 de enero de 2009

Tanatoring


El país (no el periódico, que también...) está lleno de muertos.

El muerto que se muere joven de repente haciendo footing-jooging-....ing (corriendo, vamos) por Serrano mientras va acompañado de una pléyade de gente a mediodía, el muerto que se muere a los 80 pero que sorprende que se muera (estaba tan bien...), el muerto de asco (ese está muerto siempre), el muerto porque se ha dado cuenta de que confió a Madoff una buena parte de sus emolumentos...

El muerto suicida, que antes se lleva por delante a su mujer e hijos porque ella ya no le quiere o porque se ha quedado en paro y, para que nadie sufra, se los carga a todos...que romántico...a ti te cortaba yo los cojones...

Pero, claro, también están los muertos de hoy para mañana, los de hoy a las 10,00 h entra en mi despacho que tengo que despedirte, me da una pena pavorosa pero ten por seguro que no es porque seas mal trabajador sino por la crisis...

La crisis...

Antes solo había crisis de partidos (políticos y en el cesped) o de parejas o de identidad...

La entidad actual de la crisis es un porcentaje o, si se quiere rellenar más espacio en los periódicos, cifras de varios ceros.

El deporte nacional ya no es el futbol, sino el tanatoring (con el gerundio inglés de actividad) y ya no es patrimonio de los pueblos pequeños el tomarse una cerveza después del funeral del día sino que los muertos afloran en las ciudades de centro comercial de rebajas como caracoles lentos que se recrean en una hoja después de la tormenta,

En la infancia, cuando alguien pasaba al otro barrio, una parálisis de algo aun no aprendido provocaba la misma reacción que cuando un rayo caía de improviso. Andando el tiempo, si alguien se va...pues se va y no hay más...

Y, de repente, en alguna llamada telefónica, también imprevista, se oye al otro lado al muerto que se fue con los deberes sin hacer y dan ganas de que salten con algún improperio si les preguntas que se ha de hacer...

En ocasiones oigo muertos que me llaman para decirme cualquier cosa y me doy cuenta de que aun piso el suelo.

Increible historia....


http://www.youtube.com/watch?v=ArrhulMKB18


No perderse los Goya el Domingo....a ver si Carmen Machi puede superar a la Sardá como maestra de ceremonias...

Besos y Abrazos

miércoles, 21 de enero de 2009

Un hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado..

"Compatriotas:

Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición.

Ya son cuarenta y cuatro los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales.

Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos.
Que estamos en medio de una crisis es algo muy asumido. Nuestra nación está en guerra frente a una red de gran alcance de violencia y odio. Nuestra economía está gravemente debilitada, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo a la hora de elegir opciones difíciles y de preparar a la nación para una nueva era.


Se han perdido casas y empleos y se han cerrado empresas. Nuestro sistema de salud es caro; nuestras escuelas han fallado a demasiados; y cada día aporta nuevas pruebas de que la manera en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta.
Estos son los indicadores de una crisis, según los datos y las estadísticas. Menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país - un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas.


Hoy os digo que los desafíos a los que nos enfrentamos son reales. Son graves y son muchos. No los enfrentaremos fácilmente o en un corto periodo de tiempo. Pero Estados Unidos debe saber que les haremos frente.

Hoy nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de las recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política.

Seguimos siendo una nación joven, pero, según las palabras de las Escrituras, ha llegado el momento de dejar de lado los infantilismos. Ha llegado el momento de reafirmar nuestro espíritu de firmeza: de elegir nuestra mejor historia; de llevar hacia adelante ese valioso don, esa noble idea que ha pasado de generación en generación: la promesa divina de que todos son iguales, todos son libres y todos merecen la oportunidad de alcanzar la felicidad plena.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, somos conscientes de que la grandeza nunca es un regalo. Debe ganarse. Nuestro camino nunca ha sido de atajos o de conformarse con menos. No ha sido un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo o buscan sólo los placeres de la riqueza y la fama. Más bien, han sido los que han asumido riesgos, los que actúan, los que hacen cosas -algunos de ellos reconocidos, pero más a menudo hombres y mujeres desconocidos en su labor, los que nos han llevado hacia adelante por el largo, escarpado camino hacia la prosperidad y la libertad.

Por nosotros se llevaron sus pocas posesiones materiales y viajaron a través de los océanos en busca de una nueva vida.
Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y se establecieron en el oeste; soportaron el látigo y araron la dura tierra.
Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn.


Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener llagas en las manos para que pudiéramos tener una vida mejor. Veían a Estados Unidos más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales, más grande que todas las diferencias de origen, riqueza o facción.

Este es el viaje que continuamos hoy. Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó esta crisis. Nuestras mentes no son menos inventivas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado o el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el tiempo del inmovilismo, de la protección de intereses limitados y de aplazar las decisiones desagradables, ese tiempo seguramente ha pasado. A partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y volver a empezar la tarea de rehacer Estados Unidos.

Porque allí donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía requiere una acción audaz y rápida y actuaremos no sólo para crear nuevos empleos sino para levantar nuevos cimientos para el crecimiento. Construiremos carreteras y puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que alimentan nuestro comercio y nos mantienen unidos. Pondremos a la ciencia en el lugar donde se merece y aprovecharemos las maravillas de la tecnología para aumentar la calidad de la sanidad y reducir su coste. Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y universidades para hacer frente a las necesidades de una nueva era.
Todo esto podemos hacerlo. Y todo esto lo haremos.


Algunos cuestionan la amplitud de nuestras ambiciones y sugieren que nuestro sistema no puede tolerar demasiados grandes planes. Sus memorias son cortas. Porque han olvidado lo que este país ya ha hecho; lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une al interés común y la necesidad a la valentía.

Lo que no entienden los cínicos es que el terreno que pisan ha cambiado y que los argumentos políticos estériles que nos han consumido durante demasiado tiempo ya no sirven.

La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno es demasiado grande o pequeño, sino si funciona -ya sea para ayudar a las familias a encontrar trabajos con un sueldo decente, cuidados que pueden pagar y una jubilación digna. Allí donde la respuesta es sí, seguiremos avanzando y allí donde la respuesta es no, pondremos fin a los programas. Y a los que manejamos el dinero público se nos pedirán cuentas para gastar con sabiduría, cambiar los malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día, porque sólo entonces podremos restablecer la confianza vital entre un pueblo y su gobierno.

La cuestión para nosotros tampoco es si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y expandir la libertad no tiene rival, pero esta crisis nos ha recordado a todos que sin vigilancia, el mercado puede descontrolarse y que una nación no puede prosperar durante mucho tiempo si favorece sólo a los ricos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no sólo del tamaño de nuestro Producto Nacional Bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad, de nuestra habilidad de ofrecer oportunidades a todos los que lo deseen, no por caridad sino porque es la vía más segura hacia el bien común.

En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falsa la elección entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros padres fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron una carta para garantizar el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha expandido con la sangre de generaciones. Esos ideales aún alumbran el mundo y
no renunciaremos a ellos por conveniencia. Y a los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy, desde las grandes capitales al pequeño pueblo donde nació mi padre: sabed que América es la amiga de cada nación y cada hombre, mujer y niño que persigue un futuro de paz y dignidad y de que estamos listos a asumir el liderazgo una vez más.


Recordad que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y al comunismo no sólo con misiles y tanques, sino con sólidas alianzas y firmes convicciones. Comprendieron que nuestro poder solo no puede protegernos ni nos da derecho a hacer lo que nos place. Sabían por contra que nuestro poder crece a través de su uso prudente, de que la seguridad emana de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y las cualidades de la templanza, la humildad y la contención.

Somos los guardianes de este patrimonio. Guiados de nuevo por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen aún mayor esfuerzo - incluso mayor cooperación y entendimiento entre las naciones. Comenzaremos a dejar Irak, de manera responsable, a su pueblo, y forjar una paz ganada con dificultad en Afganistán.

Con viejos amigos y antiguos contrincantes, trabajaremos sin descanso para reducir la amenaza nuclear y hacer retroceder el fantasma de un planeta que se calienta. No vamos a pedir perdón por nuestro estilo de vida, ni vamos a vacilar en su defensa, y para aquellos que pretenden lograr su fines mediante el fomento del terror y de las matanzas de inocentes, les decimos desde ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no se lo puede romper; no podéis perdurar más que nosotros, y os venceremos.

Porque sabemos que nuestra herencia multiétnica es una fortaleza, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos y e hindúes - y de no creyentes. Estamos formados por todas las lenguas y culturas, procedentes de cada rincón de esta Tierra; debido a que hemos probado el mal trago de la guerra civil y la segregación, y resurgido más fuertes y más unidos de ese negro capítulo, no podemos evitar creer que los viejos odios se desvanecerán algún día, que las lineas divisorias entre tribus pronto se disolverán; que mientras el mundo se empequeñece, nuestra humanidad común se revelará; y América tiene que desempeñar su papel en el alumbramiento de una nueva era de paz.

Al mundo musulmán, buscamos un nuevo camino adelante, basado en el interés mutuo y el respeto mutuo. A aquellos líderes en distintas partes del mundo que pretenden sembrar el conflicto, o culpar a Occidente de los males de sus sociedades - sepáis que vuestros pueblos os juzgarán por lo que que podesis construir, no por lo que destruyais.
A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y la represión de la disidencia, teneis que saber que estáis en el lado equivocado de la Historia; pero os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño.


A los pueblos de las naciones más pobres, nos comprometemos a colaborar con vosotros para que vuestras granjas florezcan y dejar que fluyan aguas limpias; dar de comer a los cuerpos desnutridos y alimentar las mentes hambrientas. Y a aquellas naciones que, como la nuestra, gozan de relativa abundancia, les decimos que no nos podemos permitir más la indiferencia ante el sufrimiento fuera de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos del mundo sin tomar en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros tenemos que cambiar con él.

Al contemplar la ruta que se despliega ante nosotros, recordamos con humilde agradecimiento aquellos estadounidenses valientes quienes, en este mismo momento, patrullan desiertos lejanos y montañas distantes. Tienen algo que decirnos, al igual que los héroes caídos que yacen en (el cementerio nacional de) Arlington susurran desde los tiempos lejanos. Les rendimos homenaje no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad, sino también porque encarnan el espíritu de servicio; la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Sin embargo, en este momento -un momento que definirá una generación- es precisamente este espíritu el que tiene que instalarse en todos nosotros.

Por mucho que el gobierno pueda y deba hacer, en última instancia esta nación depende de la fe y la decisión del pueblo estadounidense. Es la bondad de acoger a un extraño cuando se rompen los diques, la abnegación de los trabajadores que prefieren recortar sus horarios antes que ver a un amigo perder su puesto de trabajo, lo que nos hace superar nuestros momentos más oscuros. Es la valentía del bombero al subir una escalera llena de humo, pero también la voluntad del progenitor de cuidar a un niño, lo que al final decide nuestra suerte.

Nuestros desafíos podrían ser nuevos. Las herramientas con que los hacemos frente podrían ser nuevas. Pero esos valores sobre los que depende nuestro éxito - el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de nuestro progreso durante toda nuestra historia. Lo que se exige, por tanto, es el regreso a esas verdades. Lo que se nos pide ahora es una nueva era de responsabilidad - un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes para con nosotros, nuestra nación, y el mundo, deberes que no admitimos a regañadientes, sino que acogemos con alegría, firmes en el conocimiento de que no hay nada tan gratificante para el espíritu, tan representativo de nuestro carácter que entregarlo todo en una tarea difícil.

Este es el precio y la promesa de la ciudadanía.

Esta es la fuente de nuestra confianza - el saber que Dios nos llama a dar forma a un destino incierto.

Este es el significado de nuestra libertad y de nuestro credo - por lo que hombres y mujeres y niños de todas las razas y de todas las fes pueden unirse en una celebración a lo largo y ancho de esta magnífica explanada, por lo que un hombre cuyo padre, hace menos de 60 años, no habría sido servido en un restaurante ahora está ante vosotros para prestar el juramento más sagrado.

Así que, señalemos este día haciendo memoria de quiénes somos y de lo largo que ha sido el camino recorrido. En el año del nacimiento de América, en uno de los más fríos meses, una reducida banda de patriotas se juntaba ante las menguantes fogatas en las orillas de un río helado. La capital se había abandonado. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en que el desenlace de nuestra revolución estaba más en duda, el padre de nuestra nación mandó que se leyeran al pueblo estas palabras:

"Que se cuente al mundo del futuro que en las profundidades del invierno, cuando nada salvo la esperanza y la virtud podían sobrevivir ... la urbe y el país, alarmados ante un peligro común, salieron a su paso."

América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras privaciones, recordemos esas palabras eternas. Con esperanza y virtud, sorteemos nuevamente las corrientes heladas, y aguantemos las tormentas que nos caigan encima. Que los hijos de nuestros hijos digan que cuando fuimos puestos a prueba nos negamos que permitir que este viaje terminase, no dimos la vuelta para retroceder, y con la vista puesta en el horizonte y la gracia de Dios encima de nosotros, llevamos aquel gran regalo de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones venideras.

Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América. "

B. H. Obama

Amén, a ver si todo esto te dejan (y puedes) hacerlo...

Esperemos que todos los que han escuchado este discurso no crean que el que lo ha pronunciado es un turista demasiado tostado por el sol que le ha dado por visitar la Casa Blanca esa construcción tan hortera, que parece el palacete de Ángela Channing en Falcon Crest...

Besos y abrazos (y mucha mierda a San Martín de Porres, porque de su gestión dependen nuestras economías)

lunes, 19 de enero de 2009

Dromedarios

Hace poco el periódico me estaba leyendo las noticias, generalmente eran del tipo de las que matan moscas a cañonazos, su entonación iba del tenor al bajo pasando por el barítono, es lo que tiene el empezar a leerlo desde atrás, pasar por las páginas salmón y terminar en las noticias de fuera y de aquí, cuando de repente me dice:

"Dromedarios"

¿Dromedarios?, dije yo. "Si, lo que oyes, dromedarios".

Y, de repente, tuve la sensación de no haber escuchado nunca esa palabra o, si lo hube hecho en alguna ocasión, fue en una recóndita lectura de aventuras en mi infancia.

Ante la falta de uso de la palabra, perdida y hallada en el templo de las letras que son los diarios impresos, se ha instalado en alguna de las arrugas de mi cara y le da vueltas como un tren que sale del norte y va al sur, o viceversa, y de vez en cuando la pienso y la canto (bendita manía de cantar por las calles) para que no se me olvide.

Bien mirado, ya sé cual puede ser la causa de su falta de uso...quizá, "camellos" sea más fácil de usar (por la cercanía de los dos animales, podría ser), lo cual hace que la lengua no tenga que ser puesta con tanto desasosiego en los (mis) paletones y su pronunciación suponga un ahorro bucal en estos tiempos de crisis.

Aun así, y por llevar la contraria, ya me da igual que sean "camellos" los que me lea el periódico cualquier tarde, porque mi lengua se va a seguir ejercitando en esos paletones de "dromedarios" que mi padre siempre quiso cambiar y que yo, por que sí, dije que no.

Dromedarios, dromedarios, dromedarios........

Besos y abrazos

domingo, 18 de enero de 2009

Bisagra

Porque entre un post y otro, a veces hay que poner un poco de aceite para que los engranajes vuelvan a funcionar de nuevo, como las entrañas de los relojes con ruedas y sin pila :)




Hasta ahora...

viernes, 9 de enero de 2009

El invierno no es sino la esperanza de que ya queda menos para el agua de la playa...


"Llega el invierno pleno con sus árboles vertidos de silencio y de ocre y el cierzo que mata el jardín. Pero en el corazón de los rosales ya se intuye la primavera palpitante.

Es el tiempo de las rebajas y de los estornudos. El aire es tan frío como el agua del Júcar. Empieza la infinita cuesta de enero, pero el sol brilla; que le den por el saco al índice Nikkei y a su puta madre. No todo son malos presagios en la ecuación del cielo, los acordeones siguen tocando aunque tengan los pantalones rotos.

Los rascacielos de mi barrio, que erigió la soberbia, se alzan sutiles entre el cielo límpido. Los mendigos de las calles me tratan como a un colega. Basta de ayes, jipíos y estornudos. El estornudo no es solo síntoma de gripe sino de malos pensamientos, que son los buenos...."

Extracto de "El Cañonazo"-Raúl del Pozo 08/01/09

Y digo yo, si los malos pensamientos son los buenos...para ser felices hay que tener gripe contínua? Si es así, es preferible tener el vaso medio lleno porque si está rebosante estaríamos enfermos siempre. Pero, y si está vacío?

Qué tendríamos si está vacío? Supongo que, como decía W. Allen, una mala salud de hierro...

Enseñanzas amorosas para niños y niñas de todas las edades, que siempre es bueno tenerlas a mano (o a máquina)



Besos y abrazos

miércoles, 7 de enero de 2009

Un día en las rebajas

Cuando ella había cumplido treinta años, él estaba aun en la cabeza de una diseñadora que quería romper moldes y, meses después, rompió aguas en un taller de Galicia mientras un agua mansa, sin viento, peinaba los cristales de las ventanas.

El parto fue natural, hecho a base de unir mangas para brazos, solapas para genetizar lo Ruso que había en su mente, hombros torneados y una espalda recta, que se estrechaba bajando por la cintura. Definitivamente, él fue muy femenino al nacer, y su madre siempre supo que acabaría siendo mujer o de una de ellas.

Tiempo después, el traslado a la gran ciudad le pilló desprevenido ya que, por su singularidad, pensaba que no iba a mezclarse con el tumulto del resto de compañeros de guardarropía, pero al final ya se sabe que todos acabamos en el mismo saco porque ley de vida es.

Le colgaron en la tienda Gallega del centro que le esperaba con las perchas colgadas, listas para abrocharle los botones, y guiñarle los cuadros a algún mecenas que se lo quisiese colgar.

Ella siempre supo que él estaba en alguna parte, sus frecuentes viajes por razones laborales le hacían fijarse en todos los que encontraba expuestos pero ninguno terminaba siendo de su agrado. "No creo ser tan exigente", pensaba, pero a medida que pasaba el tiempo perdía las ganas de seguir buscando o, simplemente, de fijarse en escaparates y entrar a ver mejor, porque no todo lo que se enseña como una joya refulge igual por dentro que por fuera, se decía.

Las rebajas habían engullido la gran ciudad, y ella entraba en las tiendas con no más esperanza que ver alguna pelea por unas bragas de a 1€, la visión de alguien que se probase dos tallas menos de la suya y lamentarse con tristeza porque nunca las bajadas de precios llovían a gusto de todos, unas veces está el precio justo, pero no la prenda exacta, la que cae como un guante y te hace sentir la reina del universo.

Mientras realizaba estas incursiones, sucumbió a las luces casi bronceadoras de un centro de, al menos seis pisos, en el que si no te gustaba lo que habías comprado cuando te lo probabas en el salón de tu casa y delante de tu marido, te devolvían el dinero. "Vamos a hacer senderismo comercial", se dijo y la planta baja de perfumes le insufló a la planta joven, donde se cruzó con una pareja que cojeaba del mismo pie. Ella nunca había visto tal mímesis y entornó los ojos, como la China de su barrio o como un diafragma que se cierra, para sacar una foto mental del momento con poca luz, tanta era la que había, que pensó pudiera ser una alucinación.

A continuación pasó por otro edificio donde la gente llevaba cestas, como las del super, llenas de libros, dvd's, Ipods, minicadenas y pensó que nunca la comida había estado tan cerca del intelecto. Compró un libro que, en otro tiempo le hubiese gustado a ella, pero lo decidió en regalo para otra persona más adecuada. Le atendió un tal Ignacio, según rezaba la chapa de su chalequillo verde, mientras que en el ticket de compra figuraba otra que decía, Carmen Rico. Bajó al hall donde envolvían los regalos y, mientras tanto, se fijó en que uno de los libros que había leído ese año "Un grito de amor desde el centro del mundo", de Kyoichi Katayama, ya iba por la 2ª edición, ese libro en el que al principio todo es soso, sin expectativas o previsible, pero después pega un estirón como un adolescente recién levantado de siesta y se convierte en mayor, dando significado a su vida y a sus letras.

Una vez abajo, otro chalequillo verde que decía "Sandra", le envolvió el regalo que años atrás hubiese preferido para ella y, de repente, el mundo se paró porque su archivo mental calcó a Sandra con una modelo de hace ya, llamada Cristina Piaget, preciosa según recordaba.

Casualidades, supuso.

De camino a su casa, y con la sola adquisición del libro, pasó algo desganada y con la inercia por bandera por la tienda Gallega donde estaba él. Al principio, echó un vistazo general a todo el local y se desganó pensando que "pa qué", él estaba en algún lugar de la tierra, pero allí solo habría cazadoras a 59,90 €, camisas básicas en rojo, negro y blanco a 9,90 € o alguna pequeña tendencia, como unos pantalones a cuadros escoceses rojos, que bien podrían aparecer en alguna marquesina enfundados en las piernas de Agyness Deyn, a juego con unos patchwork que le hiciesen parecer una araña con dos patas.

Él miró hacia fuera y ella, como un imán, volvió la cabeza como si alguien le hubiera soplado a las orejas. De repente se quedaron mirando como dos desconocidos que se conociesen de toda la vida, porque al fin y al cabo, los dos sabían que existían pero que quizá nunca se verían las caras y las solapas.

Ella se dirigió a las perchas con grandes zancadas, cogió el abrigo, le desabotonó en un acto un tanto erótico para un lugar en el que también había ropa de niños, se arropó con sus cuadros y en ese momento se convirtieron en un lienzo de carne y paño.

Ya nunca más volvió a mirar escaparates y, cuando lo hacía, era para buscar zapatos que le hicieran más esbelto a él.

Besos y abrazos