viernes, 4 de junio de 2010

Junio

Parece mentira, pero Junio ha entrado a porta gayola en el asfalto sin que le tiemblen los días. Tan rápido y tajante ha sido como Mourinho en el Santo Real Madrid de las rimas y leyendas Becquerianas.

Los pies amanecen con el miedo en las tiritas y en las heridas que las sandalias no quieren hacer, pero acaban produciendo aunque los zapatos sean de otros años.

Mourinho es la elegancia canalla de quien acude a su presentación como si acabara de salir de la oficina a las siete de la tarde. O sea, hasta el coño y con la corbata floja, pero con la mirada desafiante de quien lo es por defecto, como una calcomonía puesta en su cara y, por lo tanto, cumpliendo las tres E de Standard & Poor's que tanto agobiaron a nuestro presidente estos días:

Eficacia
Eficiencia
Economía

Bueno, esta última es un decir para el mundo del par de huevos futbolístico, en el que para que la pelota se mueva se necesita más pasta que en mil Telepizzas juntos.

Las calles de la ciudad ya no huelen solo a humo y a mala leche, sino a algas y a mar de huída un viernes a mediodía para regresar en la urgencia del domingo por la tarde, todavía con el bikini lleno de sal y olas.

Las huelgas sobrevuelan las calles como golondrinas porculeras y la palabra NO es un cumulonimbo que despliega su desarrollo vertical, amenazando con el granizo de las yescas.

Festina lente, si, pero a veces para llegar más lejos no se puede correr tan despacio.

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