jueves, 31 de diciembre de 2009

Otro año más...

Como siempre, el último post del año es para tí.

Aunque esta canción es poco para demostrarte lo que te quiero...

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Traspaso de poderes

Momento íntimo del traspaso de cartera entre los años 2009 y 2010:

- 2010: Bueno, ¿y ahora qué?

- 2009: Tú tranquilo, siempre con naturalidad, deja que te pasen los meses por encima y no pongas nunca el piloto automático. Jamás hay que bajar la guardia, ya que aunque todo parezca verdad, (casi) todo es mentira. Pero tú haz como que no te enteras, es mejor que pases a la historia por un año tonto que por comprometido en cosas que luego resultan un bluff. Nadie te lo va a agradecer, te lo aseguro.

- 2010: Pero, ¿y eso como se hace?. Es mi primera vez y creo que me va a doler.

- 2009: ¡Ay, las primeras veces! Bueno, no tienes porqué sangrar. Tú haz caso a la publicidad de Louis Vuitton, o sea, "toma una aguja de lino recubierto de cera de abeja y una paciencia infinita para proteger cada puntada de la humedad y del paso del tiempo".
El resto depende de los que vayan a pasar por tí, tú sólo eres el soporte.

- 2010: A ver que pasa...

- 2009: Suerte, yo mañana marcho a mi retiro en las islas Phi Phi.

- 2010: La voy a necesitar.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Regreso al futuro

El próximo acertante de la lotería nacional, ha comprado nueve décimos. Hay que que decir, quizás en su descargo, que es de poco carácter y que su falta de sangre le hace hacer cosas como estas.

Él no es en absoluto aficionado pero, el afán de empatizar con todo el mundo, le hace comprar nueve números de diferentes personas que rodean su vida. La rodean como si él no fuera dueño de ella y esos nueve proveedores de los nueve números, los soportes de sus decisiones.

Compra un décimo a su jefa, la cual va cargando sibilinamente con el muerto numérico a quien se deja. Su hija universitaria le deja unos cuantos para pagarse el viaje de paso por el ecuador (lotería con recargo, por supuesto), ya que sabe, la muy puta, que los empleados no se podrán negar.

Compra a su vecino de la derecha, y al de la izquierda, con los que convive amigablemente puesto que no quiere problemas en la segunda planta en la que viven los tres y así, si toca, no le restregarían nada por no haber comprado él.

Lo hace con el dueño del bar de enfrente de su oficina, que le sirve el menú diario y que le tiene frito con la lotería desde hace meses y siempre está con que si, desde que el calvo del soplo en la mano del anuncio se fue las cosas van peor. Le aguanta porque sirve unas alubias con chorizo los miércoles que le quitan el frío, que sino....

Adquiere su caja de aspirinas en la farmacia de más arriba de su casa y, siempre que lo hace, mira de soslayo unos cuantos décimos que uno de los mancebos ha traído del bar de su padre (al final, todo se cuece, y se enriquece, en los bares) y que ha puesto allí porsiaca (también con recargo, ya que es del equipo de futbol del barrio del hijo de uno de los clientes del bar) e igualmente coge uno.

Su mejor amigo, que vive en Úbeda (si, donde los cerros), antes de comprar su décimo anual (él sólo compra uno) le pone un sms avisándole de la compra como diciendo "yo ya te lo había dicho, luego no te me quejes si toca". Y le responde con un "sí, por favor, ya te lo pagaré, dame tu número de cuenta y te lo ingreso asap".

Al recoger sus chaquetas, el de la tintorería le deja caer que tiene números y que, igual, pronto se le acaban y que ya que está allí, aprovechando que recoge las chaquetas, eso quizás sea una señal que signifique que el suyo es el que va a tocar.

La cajera del banco, al ir a revisar el extracto de su cuenta, le dice que su hermano le ha dado lotería y que, por la estima que le tiene después de tantos años yendo a la misma sucursal, se lo ofrece porque sólo le queda uno. Y...como va a decir que no. Of course. Yes, I do.

El presidente de su grupo de ajedrez ha buscado un número especial, y este es el resultado de la fecha en la que ganaron el campeonato de clubes de ajedrez de barrios y, sólo el hecho de haberlo encontrado en la ciudad, le hace pensar que es una casualidad tan grande que va a tocar. Y el hombre, agacha la cabeza y recibe la colleja del décimo mágico, pues ha sido totalmente fruto del azar.

Finalmente, el portero de su bloque, que es el que tiene la copia de las llaves de su piso, le dice que le regala uno porque le cae bien y porque su hija ha sido madre después de cinco intentos de inseminación artificial y le apetece celebrarlo con él, y el próximo acertante de la lotería nacional mira la terminación y ve que es la única que le falta en el cómputo numérico del total de décimos. Lo recoge y se va a casa a descansar del frío y de las cosas que no entiende, de su vida y de la de los demás. Llega a casa y pone la tele, Belén Esteban le mira a la cara, totalmente recauchutada, y él se queda dormido mientras piensa en como solucionar un marrón muy gordo que le ha surgido a última hora en la oficina.

"Ya lo pensaré mañana", se dice sobre el marrón.
Aunque mañana, día 22 de diciembre, con las prisas de llevar al banco el décimo que le regaló su portero, y que resultará premiado, no tendrá tiempo ni de llegar a la oficina ni al menú del bar.

martes, 1 de diciembre de 2009

Cristales empañados

Pasear por la ciudad un día de clásico tiene algo de romántico visto desde fuera.

Atravesar las calles vacías, mientras se mira el interior de los bares, es una love story de la masa, que fija sus pupilas no en tu pupila azul, sino en las piernas de 22 tíos detrás de una pelota, y que necesita estímulos externos para renovar sus ilusiones, desilusionadas por la continua rutina de los días.

Bocas que, respirando apresuradamente, se aturullan delante de una caja tonta que comparte emisión con gran hermano y que los domingos, o los sábados, relata historias de amor y odio de once contra once, dando lugar a mil cristales empañados de vaho, producto de respiraciones sudorosas, postcoitales y, como resultado, adormecidas de sueño y esfuerzo.

Ver un BarÇa-Madrid, allí donde no llega el sofá del salón propio y el mando a distancia que nos otorga poder sobre algunos micromundos, es como hacer el amor en un cubículo de cristal.

Al final, el vaho toma posiciones en la estancia y lo transparente se vuelve opaco y se transforma en algo que no tiene nada que ver con lo que era en un principio.

Quien corrió más este domingo fue la Cataluña de Laporta (al que le diría un par de cosas), a resultas de lo cual la masa puso sus manos en los cristales empañados de los bares y emitió un alarido de placer cuando la balanza cayó para el lado de los que no son blancos.

Quizás el futbol, esa cosa que hace soñar a quienes están a falta de sueños o a los que son vampirizados por ellos, sea el verdadero amor, pues sólo este es mezcla de aliento, sudor y cristales empañados.